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Vamos a visitar Santo Stefano in Rotondo, una de las iglesias más antiguas y bonitas de Roma. Debe su nombre a su planta circular, el exterior modesto e íntimo, no deja adivinar su equlibrado interior arquitectónico. Fue levantada en tiempos de papa Simplicio, entre los años 468 y 483 y se puso bajo la advocación de San Esteban, primer mártir de la iglesia en el año 35. Su cuerpo fue descubierto en Tierra Santa y trasladado a Roma en el año 415.
Está construida, como muchas otras iglesias, con materiales de desecho de edificios romanos, es circular, con esbeltas columnas, lo que la hace muy original, y está subdividida en tres naves concéntricas. Entre el 523 y el 529 bajo el mandato de los papas Goovanni I y Felice IV el interior de la iglesia fue ricamente adornado con mosaicos y placas de mármol. En ese mismo siglo, el papa Teodoro I trasladó a Santo Stefano, desde las catacumbas de la via Nomentana, las reliquias de los hermanos santos mártires Primo y Feliciano, construyéndose una capilla ex profeso para alojarlas. La basílica fue entregada a los canónigos de San Giovanni Laterano, su paulatino deterioro hizo que en el siglo XII terminara perdiendo las cubiertas, por lo que el papa Innocenzo II ordenó una restauración en la que el templo perdió su disposición original. El edificio, sin clero regular que lo habitara, no pudo evitar seguir deteriorándose. En 1420 era tal su estado de ruina que se describe como un antiguo templo romano. En 1454 el papa Niccolò V entregó la iglesia a la Orden paulina, orden católica fundada en Hungría, se inicia otra profunda restauración de la mano del toscano Bernardo Rossellino. En 1580 Gregorio XIII lo entregó a la Compañía de Jesús húngara, convirtiéndose en sede del Collegium Germanicum et Hungaricum para la formación de sacerdotes jesuitas en lengua alemana, una institución esencial para los intereses de la contrarreforma.
La relación del templo con Hungría se vio reforzada en 1778 cuando la vieja iglesia nacional húngara de Santo Stefano degli Unghresi en el Vaticano fue derruida, en compensación el papa Pio VI, efectuó la renovación de la antigua capilla de san Pablo Eremita para convertirla en una capilla húngara para uso de los estudiantes de esa nacionalidad consagrada a san Esteban I de Hungría. San Stefano Rotondo se convierte en la iglesia oficial de las gentes de origen húngaro asentadas en Roma.
Su disposición original es el ejemplo más antiguo conservado en Roma de iglesia de planta centralizada, que toma como referente más inmediato los mausoleos romanos, y uno de los primeros ejemplos en Europa con antecedente en la Anástasis, la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén de época constantiniana, modelo que inicia un largo recorrido a lo largo de la arquitectura occidental medieval. La planta contaba con dos amplios deambulatorios concéntricos separados por columnas jónicas soportando arcos de medio punto y un espacio central también delimitado por columnas jónicas, sobre las que se elevaba un tambor horadado por veintidós ventanas sobre el que se cree que se alzaría una bóveda construida con tubos de arcilla y bajo la que se ubicaba la zona absidial. Se cree que el primer deambulatorio estaría cubierto con bóveda de cañón y el segundo, quizá descubierto, conectaba cuatro ámbitos que formaban, a su vez, una cruz griega que quedaba inscrita en el círculo convirtiendo a Santo Stefano en ejemplo paradigmático que mezcla la estructura circular, con carácter funerario desde antiguo, con la planta en cruz, el símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte y el mal.
El pórtico actual de entrada, data del siglo XII, de la etapa de Innocenzo II, decorado con frescos en muy mal estado que narran la vida de san Esteban. Desde el pórtico se accede a un vestíbulo cubierto con bóveda de cañón con las armas del papa Niccolò V y que conserva el aspecto que se le dio a mediados del siglo XV en la intervención protagonizada por Bernardo Rossellino. Nada más entrar a la iglesia, a la izquierda, se encuentra la cátedra la llamada “silla de Gregorio Magno” un antiguo trono de mármol de época romana del que se cuenta que el pontífice pronunciase la homilía, en el siglo XII, fue suprimido el respaldo y los posa brazos. En el siglo VI el papa Teodoro I ordenó la construcción de la capilla de los Santos Primo y Feliciano. Realizada para honrar a esos dos hermanos mártires de época de Diocleciano. La renovación consistió en la construcción de un altar y de un pequeño ábside decorado con un mosaico de fondo dorado que representa una cruz central enjoyada flanqueada por los dos mártires y coronada con un medallón con el busto de Cristo sobre el que se ve la dextera dei ofreciendo la corona del martirio, uno de los pocos ejemplos de esa época conservados en Roma y seguramente ejecutado por un artista bizantino.
La reconstrucción de la iglesia ordenada por el papa Innocenzo II en el siglo XII, supuso la pérdida del deambulatorio externo, tapiándose con ladrillo la columnata, y el abandono de tres de los cuatro brazos de la cruz latina, manteniéndose solo la capilla de los santos Primo y Feliciano. En cuanto al espacio central, se tapiaron catorce ventanas del tambor central y se añadió un triple arco diafragma para reforzar la cubierta. La intervención de mediados del siglo XV, patrocinada por Niccolò V, tuvo como objeto dar acomodo a la Orden paulina que empezó a habitarlo, y consistió en una profunda restauración en la que se reconstruyeron techos y pavimentos, se colocó un altar de mármol en el centro y se optó por la completa eliminación de la girola exterior, cuyas columnas hoy pueden verse empotradas en la pared, y de los brazos de la cruz griega que no se utilizaban ya desde hacía siglos. Además, también se construye, adosada a la de los santos Primo y Feliciano, la capilla de San Pablo Eremita en honor al fundador de la Orden. Como sede del Collegium Germanicum et Hungaricum para la formación de sacerdotes jesuitas en lengua alemana en la segunda mitad del siglo XVI, se inició otra intervención en la que se construyó una nueva puerta de la sacristía y el pretil octogonal que rodea el altar mayor, obra de Niccolò Circignani il Pomarancio, decorada con relieves escultóricos y veinticuatro frescos con la historia de san Esteban.
La decoración mural de las paredes de toda la iglesia también se corresponde a este periodo, realizada por Circignani y Antonio Tempesta, a partir de 1567 y comenzando por la capilla de los Santos Primo y Feliciano con escenas que relatan el martirio de los dos santos y el traslado de sus reliquias a la propia capilla, cuando en el siglo VI quedaron depositadas bajo el altar. El ciclo martirológico que inunda la iglesia se inicia con la escena de la Matanza de los Inocentes, ubicada sobre la puerta de la sacristía y obra de Tempesta. Siguiendo por la izquierda, pasados los accesos a las capillas de los santos mártires Primo y Feliciano y de san Esteban I, aparece la propia Crucifixión de Jesús seguida del Martirio de San Esteban y, a continuación, otras escenas hasta un total de treinta y cuatro.Todas cuentan con inscripción que explica la escena, el nombre del emperador que ordenó las ejecuciones y citas de la Biblia en latín y en italiano, con una clara intención didáctica y de proselitismo, pues el ciclo busca convertirse en ejemplo para los seminaristas jesuitas germanos en plena contrarreforma y su labor evangelizadora, que debían estar dispuestos al martirio en defensa de la fe católica. La última intervención de importancia en Santo Estefano tiene lugar a partir de 1778 por orden del papa Pío VI y consiste en la renovación completa de la capilla de san Pablo eremita, aunque conservando el enterramiento de Bernardino Cappella del siglo XVI. Recientemente se han efectuado trabajos de limpieza y restauración, se ha sustituido el suelo de madera por uno de piedra bicolor.
Estamos cerca de Santi Quattro Coronati, de la iglesia de los Santos Juan y Pablo, y de la Pizzería Luzzi.
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