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El Pincio es uno de los
lugares más románticos y pintorescos de la capital italiana, una colina de Roma
(pero no una de las siete colinas), desde la cual se goza de una vista
inigualable de la Piazza
del Popolo y de la ciudad. Forma parte de Villa Borghese al interno de las
murallas aurelianas y va desde la terraza de Piazza del Popolo a Villa Medici.
Era una zona muy deseada ya desde la época de los romanos que habían edificado
villas y jardines en esta colina. El nombre de “Pincio” proviene de una de
estas familias que establecieron su residencia en esta colina; i Pincii y el
actual Muro Torto formaban parte de los límites de su villa.
Gian Lorenzo Bernini escupió
sobre la Puerta
del Popolo, el ingreso norte de la ciudad dónde confluían peregrinos, comerciantes,
emperadores, artistas, la bienvenida a la Reina Cristina de Suecia,
convertida al catolicismo “Felici faustoque ingressu”. La legenda de los
cronistas de la época cuentan que la
Reina del Norte, el día de su llegada a Roma, primero se le
relajó la cara y luego esbozó una sonrisa.
En junio de 1816 fue aprobado
el proyecto de construcción y remodelación de la Piazza del Popolo de
Giuseppe Valadier, que en ocho años construyo la actual plaza y el amplio
jardín del Pincio.
El Pincio es el primer jardín público
de Roma, establecido por orden de Napoleón, es un paseo histórico y de los más
apreciados por los habitantes de la ciudad. A la aristocracia romana del siglo
XIX le gustaba acercarse con sus carruajes hasta esta gran terraza colgada
sobre la Piazza
del Popolo a última hora del día. Desde el hermoso parque público construido en
esta colina a comienzos del aquel siglo contemplaban las puestas de sol. El diseño actual se debe a Valadier que en
1816, bajo las órdenes de Pio VII (cuyo regreso es celebrado, festejado y conmemorado con el
arco de triunfo de Piazza del Popolo), que une la colina con la Puerta Flaminia y Piazza del
Popolo en un conjunto arquitectónico neoclásico único en la ciudad. El
arquitecto estudió las dos curvas que convergen en la terraza, la fuente bajo
ella, las calles y lo que podía enlazar los jardines al resto del complejo. Valadier
construyo en el Pincio su residencia privada, “La Casina de Valadier”,
desafortunadamente murió antes de alojarse en ella y se convirtió en una
cafetería pública y punto de referencia para contemplar la ciudad. Cuando villa
Borghese fue comprada por el Estado Italiano, el Pincio fue enriquecido con
diversos bustos que representaban importantes figuras de la unificación italiana y de la historia de Italia. Hay solo tres mujeres
entre ellos: Vittoria Colonna, Santa Caterina de Siena y Grazia Deledda. En
1922 un monumento al héroe de guerra italiano Enrico Toti fue erecto. Dentro del parque se puede visitar también el Piazzale
Napoleone I, el Obelisco sobre la tumba de Antinoo, y el Reloj de Agua.
La vista desde el Pincio es estimulante y relajante, ofrece como panorama Roma
centro con sus tejados rojos, San Pedro, Castel Sant’Angelo y al atardecer el
sol se esconde detrás del Monte Mario. Observando el Pincio desde Piazza del
Popolo podéis admirar el toque artístico que Valadier le imprimió, la fuente
justo debajo de la terraza, los tres altos nichos y el verde frondoso de los
árboles de los alrededores.
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