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El mes de octubre es famoso en Roma por sus días lluviosos de
temperaturas suaves y soleados. Aprovecho un sábado por la mañana para pasear por
el parque del Gianicolo que supone caminar entre esculturas y bustos de
personajes italiano de la historia reciente como Garibaldi o Mameli y arboles centenarios de frondosas copas. Es un
lugar donde se respira el devenir de la historia moderna y contemporánea de una
ciudad centenaria.
Un paseo por el Gianicolo permite disfrutar de una de las
vistas más sugestivas del centro histórico de Roma, como bien saben los
romanos y viajeros. Grandes avenidas arboladas atraviesan la colina que domina
el Trastevere y que confluye en Piazzale Garibaldi, donde la terraza
panorámica hace de bisagra entorno al monumento ecuestre del héroe, obra de finales del 1800 de Emilio Gallori. Es un lugar ideal para sentarse y contemplar la ciudad y meditar sobre lo que significó y significa para la humanidad. A los pies de la terraza el
Parque Gianicolense, se degrada de manara empinada en dirección este, hacia el
Trastevere. El paseo panorámico se encamina en dirección sur, enmarcado entre,
bustos de mármol que representan ilustres garibaldinos, hacia la amplia y
escenográfica plaza de la
Fontana dell’Acqua Paola, llamada tradicionalmente
“Fontanone”, construida por Giovanni Fontana y Carlo Maderno para el Papa Paolo
V (1608-1612). La panorámica que nos ofrece el Gianicolo seguramente sea la mejor de Roma, es posible reconocer todos los monumentos históricos de la
ciudad, y sus grandes basílicas. Al fondo la imponente Colli Albani, en
un tiempo centro religioso e sacro para los primeros romanos domina la escena.
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